Compartimos un texto para reflexionar sobre el período de adaptación…
Enseñarle a un chico a andar en bicicleta suele ser un momento muy interesante y permite una reflexión más amplia…
El problema reside en el momento justo de sacarle las rueditas de la bicicleta ¿cuándo puede valerse por sí mismo y no necesita de ese sostén, incluso, de nosotros caminando a su lado? ¿y si se cae o golpea? ¿Está en condiciones de andar solo? ¿Y si siente que lo estamos abandonando? Éstas suelen ser las dudas de los adultos…
La metáfora de la bicicleta y las rueditas viene a la mente cada vez que se llega al jardín en tiempos de adaptación. En muchos casos se observa que la situación de “despegue” parece eterna; mamás y papás que no logran tomar la decisión de “sacarle las rueditas”…
Es muy difícil administrar la gradualidad del despegue, tener la seguridad de tomar distancia para dejarlos crecer, cuando lo único que queremos en la vida “es tenerlo a nuestro lado”.
Crecer, aprender, madurar, es asumir el desafío de “saltar a lo desconocido”, despegarnos de lo conocido perdiendo la calidez y seguridad de lo familiar.
Aprendemos porque arriesgamos, porque asumimos los costos de lo nuevo y porque existen adultos que nos dan la garantís de que nos ayudarán si hay dificultades.
Es la gran paradoja…porque los amamos queremos que estén toda la vida con nosotros, pero también porque los amamos queremos que crezcan. La madurez es entender que crecer es lo mejor para ellos…más allá de nosotros…
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